El vitiligo es una patología de la piel adquirida, crónica, de carácter autoinmune, que se caracteriza por la aparición de áreas despigmentadas bien delimitadas de la piel debido a la falta de función y pérdida de los melanocitos (las células responsables de la pigmentación).
Las lesiones pueden ser de cualquier forma y tamaño y pueden afectar cualquier parte de la piel y también mucosas.
Esta patología se manifiesta por la aparición de lesiones blancas que resultan de la ausencia del pigmento en la piel.
Esta patología se manifiesta por la aparición de lesiones blancas que resultan de la ausencia del pigmento en la piel.
Estas lesiones resultantes del citado proceso, tienen un tamaño variable y su evolución y localización en las distintas partes del cuerpo no es previsible, si bien en el tipo de vitiligo que más predomina, el vitiligo vulgar, las lesiones tienden a aparecer a ambos lados del cuerpo en zonas similares. La textura de la piel no cambia.
El vitiligo no es contagioso y sus consecuencias son fundamentalmente de carácter estético, y por tanto psicosocial.
En el 40 % de los casos, el vitiligo es hereditario, si bien lo que se hereda es la predisposición genética, no la propia enfermedad.
En el 40 % de los casos, el vitiligo es hereditario, si bien lo que se hereda es la predisposición genética, no la propia enfermedad.
Para que esta se desarrolle tiene que concurrir, junto con la predisposición genética, un factor desencadenante.